lunes, 16 de mayo de 2011

El Meloncillo


Bien, en la adivinanza que les puse la respuesta más acertada fue la de El Señor de los animalillos: quien intuyó que el animale en cuestión era una mangosta rayada. Concretamente la subespecie europea, el meloncillo. Ello me impulsa a escribir un poco sobre este enigmático ejemplar de la fauna ibérica, que irónicamente, no es de origen ibérico.

En efecto, es un habitante del África, un inquieto depredador que conocemos más comunmente como mangosta de Egipto. Fue introducido por los comerciantes árabes en la España de la ocupación islámica, pues era muy apreciada como mascota y como exterminadora de serpientes. De hecho esto es lo que siempre ha caracterizado a este pequeño carnívoro, su encarnizada enemistad con los ofidios, de quienes burla su mordedura venenosa para devorarlos en el acto. Sin embargo, en otra ironía, se le ha venido a identificar con estos reptiles al ponerle el sobrenombre de "serpiente peluda" debido a su forma alargada y escurridiza al deslizarse entre los matorrales y su costumbre de viajar en fila india podría decirse, al poner la punta del morro bajo la cola del siguiente cuando viajan en grupos. De noche o en el día, este singular medio de locomoción los hace lucir en efecto como un cuerpo ondulante y enigmático en medio de los arbustos. Lo cual nos lleva a otro de sus míticos sobrenombres: el diablo de los matorrales.

No sólo aterroriza a las serpientes y lagartijas, también se da un festín de conejos siempre que puede: ese quizás sea el lado negativo del meloncillo, un aminal que en lo particular se me hace simpático, pues con su gran capacidad de adaptación y su rendidora tasa reproductiva, le hace una feroz competencia a los depredadores nativos, como el lince ibérico o las aves rapaces. Pero esto es algo que sucede en todas las especies introducidas, terminan por causar estragos en los ecosistemas de donde no son originarios. Por eso quizá la asociación de caza acaba de proponer que sean también objeto de caza.

El control de estos animales parece hacerse necesario, pero les quisiera confesar que haciendo este post, he llegado a encariñarme con estos animalitos, sobre todo por ese curioso sonido que hacen, y esa escurridiza manera que tienen de moverse, que les valió un lugar en el actual imaginario de la mente humana. Éste es, pues, el meloncillo, un misterioso habitante de los matorrales ibéricos.

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